¿Me dejas tus apuntes? Es una de las frases más escuchadas en colegios, institutos e incluso universidades de todo el mundo. Pedir los apuntes cuándo llega la hora del examen final es todo un clásico en la educación. Si te paras a pensar por qué esto es y seguirá siendo así generación tras generación te darás cuenta del potencial que se esconde detrás de ese sencillo (y a la vez complicado) acto de reflejar en unas hojas las explicaciones del docente.
Quizás al principio te cueste pero te aseguramos que si incorporas a tu rutina diaria la capacidad para confeccionar unos buenos apuntes, si sigues los consejos que se dan en este post te encontrarás con que el esfuerzo que tenías que haces antes para estudiar se habrá reducido a la mitad. Por eso, merece la pena intentarlo.
Aunque parezca curioso la primera ventana de tomar apuntes es, simplemente, mantenerte despierto. ¡Es tan fácil perder la atención en una clase! Especialmente si es larga o si ese día no estamos al cien por cien de rendimiento. Un par de distracciones pueden hacerte perder completamente el hilo de la clase y supone que cuando llegue la hora de estudiar te la tengas que apañar tu sólito para traducir las explicaciones de tus libros de texto, a veces, incomprensibles o incompletos. Por eso, todas estas recomendaciones que vamos a darte apenas te servirán si no empiezan por una firma promesa de esforzarse en escuchar al profesor. Escuchar activamente que no oír.
Uno de los peores enemigos de tu intención firme de escuchar puede ser sentarte en las últimas filas o cerca de un grupo que sabes de sobra te distraerá. Más tarde podrás disfrutar de un descanso y charla animada. Puede que te apetezca más disfrutar de una charle en clase pero recuerda que ahora tu mayor objetivo es ayudar a alguien a quien facilitaras muchísimo las cosas: tú mismo. ¿Quieres comenzar ya a conocer los mejores trucos para ello? Sigue leyendo…