Dicen, y es verdad, que la mejor manera de aprender el idioma es yendo al país de origen. Sólo a través de la inmersión lingüística se logra fluidez, seguridad y vocabulario. Cuando vas al extranjero, te guste o no te guste tienes que intentar comunicarte en el idioma del país porque es el que se habla. Eso te obliga. En tus clases de idiomas lo fácil es recurrir a la traducción o a la explicación en español.
Y una manera interesante de viajar al extranjero para aprender un idioma como el ingles es trabajando como niñera o como aupair. No es un empleo fácil, eso de antemano. Pero sí que agradecido en cuanto a la evolución y a la práctica.
Como aupair la responsabilidad es estar al cuidado de los niños de una familia. Normalmente la niñera recibe alojamiento y comida a cambio de este trabajo. Por lo tanto, no debe costearse las dos cosas que suelen ser más caras cuando marcha al extranjero. Algunas familias también pagan el llamado pocket-money, un salario muy pequeñito al final de cada semana para que la canguro pueda tener algún capricho como ir al cine, salir a cenar o comprarse un libro (tampoco da para mucho más).
Lo interesante es que los niños son los mejores profesores de idiomas. Con ellos es más sencillo aprender, porque hacen construcciones sencillas, señalan los objetos de los que están hablando, te corrigen sin malicia, cada día están en proceso de aprender nuevas palabras que te enseñan, suelen ser pacientes y les divierte –en el buen sentido- que una persona adulta no sepa la lengua, y por lo tanto la ayudan.
Es cierto, sin embargo, que hay muchas experiencias desafortunadas en el campo de los aupairs. Hay familias que intentan aprovecharse de las niñeras y les piden que hagan las tareas del hogar. Si es de mutuo acuerdo, perfecto; si no, es imprescindible marcar los límites.
Hay muchas empresas que ofrecen trabajo a las aupairs pero hoy también hay páginas web en las que las familias cuelgan sus necesidades, sin que hay de por medio ningún intermediario.
Foto1: PhillipC
Foto2: Kind of Bruind