Los cómics han sido durante años la puerta de acceso a la lectura. Rompetechos, 12 Rue del Percebe, El capitán Trueno, Tintín, Asterix y Obélix… son sólo algunos de los nombres de este género tan popular. Los más pequeños de la casa se aficionaban a leer las historias de sus héroes, a través de las cuales también aprendían muchos valores. Lo mejor de los cómics es que gracias a la combinación de imágenes y bocadillos nunca se podía hacer pesado leerlos.
Los periódicos generalistas se hicieron eco, por decirlo de algún modo, de este interés por los cómics. En su edición del domingo, publicaban también un suplemento infantil a modo de tebeo, con seis historias diferentes, cartas de los lectores, juegos y adivinanzas para hacerlo más ameno.
A esta práctica se le sumaban los centenares de libros y revistas infantiles que se vendían semanalmente en el kiosco. Uno de estos clásicos era la revista Leo-Leo, pensada para niños y niñas a partir de los 7 años. Hoy es una revista mensual y para adquirirla se debe hacer la suscripción vía Internet.
Sus creadores la definen como “la revista-libro más adecuada para esta edad porque está pensada para hacer de los niños auténticos aficionados a la lectura”, que “ofrece cada mes a su hijo un cuento apasionante dividido en capítulos con pequeños resúmenes que le facilitan la compresión”.
Además de Leo-Leo, Bayard Revistas publica otras revistas para otras edades: Popi, para niños a partir de un 1; Caracola, a partir de los 4; y Reportero Doc, ya para niños y niñas que tienen 9 o más años. Todas ellas son una buena manera de iniciarse en la lectura.
Foto1: Mike Babcock
Foto2: Ross Angus
Comentarios en “‘Leo-leo’, un clásico infantil”
Aún no se han realizado comentarios.