Las vacaciones son una época ideal para que los escolares se sumerjan en el universo literario. Y qué más apropiado que sugerirles la lectura de Un cuento de Navidad, de Charles Dickens. Es uno de los grandes clásicos del escritor británico, muy valorado por los valores que transmite.
Ebenezer Scrooge, el protagonista de la obra, no celebra las fiestas de Navidad. Cuando éstas son unas fechas familiares, en las que todo el mundo aprovecha para juntarse con los abuelos, los tíos y los primos, y les regala algún pequeño detalle, Scrooge prefiere pasar la Navidad solo. Es tacaño y avaricioso. No quiere gastar ni un solo céntimo en aquello que cree que le puede alejar de acumular una gran fortuna.
Pero Scrooge recibe la visita del espíritu de la Navidad, que le lleva al pasado, al presente y al futuro. En cada una de estos espacios temporales le obliga a recordar, a pensar y a reflexionar. Por ejemplo, en el pasado le lleva a ver lo divertidas que eran sus vacaciones familiares. Mientras que le pinta un futuro muy negro, sin nadie en quien confiar. Al final descubre que está a tiempo de poner remedio y el día de Navidad decide dar sorpresas a todos los que le rodean.
Es una buena lectura para los niños y niñas. Es conveniente que, una vez acabado el libro, un adulto se siente para ver qué es lo que ha comprendido y establecer un pequeño diálogo para saber qué piensa sobre los ricos y los pobres, a qué se le tiene que dar importancia en la vida.
Un cuento de Navidad ha servido de argumento para decenas de películas y dibujos animados que suelen programar estos días del año. También hay compañías teatrales que llevan esta obra al escenario durante los meses de diciembre y enero.
Foto1: Kevin Dooley
Foto2: Misocrazy
1 Comentario en “‘Un cuento de Navidad’, de Dickens”
¿Qué es la Navidad hoy en día?
¿Qué es la Navidad hoy en día? ¿Celebra alguien la Navidad sensu stricto? ¿Qué queda de la Navidad cristiana en la España de hoy?
Yo diría que poco, casi me atrevería a decir que nada. Para empezar, la celebración del nacimiento de Jesús es algo que ha quedado relegado a las icónicas representaciones de los preceptivos portalitos de Belén de los mercadillos de Navidad. Su significación como un supuesto hecho religioso trascendente ha desaparecido. El personaje de Jesús se ha mezclado y ha caído por debajo de otros personajes, mucho más divertidos, como Papa Noel (Santa Claus), Rudolph el reno de la naríz roja, o los “caganers” del príncipe y de “la Leti”. La tradición religiosa se ha disgregado en sus componentes más folclóricos, ya sean autóctonos o importados, los villancicos, las decoraciones, las comidas y la juerga.
Supongo que esta “banalización” crea una honda preocupación entre los cristianos practicantes, pero yo creo que es una muestra más de la total desconexión con la religión que tiene una gran mayoría de la gente. Aunque la Iglesia se empeñe en indicar que una abrumadora mayoría de la población sigue siendo católica, la realidad es muy distinta. Puede que sobre el papel haya muchos millones de católicos, pero realmente son muy pocos, poquísimos.
Carlos Menéndez