Hay ocasiones en que el matrimonio se constituye con gran ilusión y esperanza. Se hacen planes a futuro, incluso de dispone de un capital ahorrado con esfuerzo. Todo parece marchar bien y la pareja se casa. Es hora de tener el o los hijos tan esperados, en torno a los cuales girará el resto de sus vidas, pero el destino y la naturaleza a veces tienen otros planes. Puede suceder que la pareja no pueda concebir hijos y en ese momento el mundo se viene abajo y parece no haber esperanza. Sin embargo, aún queda a disposición un último recurso luego de que la ciencia haya agotado sus cartas. Me refiero a la figura legal de la adopción, mediante la cual, una pareja puede acceder a que le otorguen la custodia de un niño de manera permanente para que ocupe el lugar que un hijo natural nunca pudo. Desde el punto de vista legal, se puede ver a la adopción como un conjunto de deberes y derechos que se derivarán de un proceso y en buena cuenta de una filiación entre una familia y la persona entregada en adopción.
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Sin embargo, debemos mirar más allá de la parte burocrática del asunto y establecer ciertas posiciones. Para empezar, la pareja debe estar plenamente convencida de que entregarán al niño todo el amor y cuidado que hubiesen tenido para con un hijo natural. Puede ser que el pensamiento solidario aflore y eso está bien, pero no debe ser el móvil más fuerte en una adopción.
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El horizonte no debe cambiar y debe seguir siendo el deseo de ser padres, para poder volcar en el niño una verdadera relación filial. Otra gran decisión que se debe tomar es acerca del tratamiento del tema de la adopción con el mismo niño, cuando este haya alcanzado el uso de razón. Será muy importante para los padres y sobre todo para el niño, que la relación sea abierta en este punto. La verdad del origen del niño, debe ser otorgada de primera mano por los padres hacia el niño. Del mismo modo, el entorno familiar y social de la pareja, debe ser el adecuado para un normal desenvolvimiento del infante. Sería fatal un círculo en que el niño sea marginado o discriminado por su condición de hijo adoptivo.
Los psicólogos recomiendan a este respecto, que la familia se acostumbre a utilizar la palabra adopción en su vocabulario. Que esta palabra no sea objeto de mordaza ni tabú. Ciertamente el uso debe ser diligente y que no parezca forzado, simplemente que la palabra fluya naturalmente cuando tenga que hacerlo. Incluso los psicólogos recomiendan el empleo de estas técnicas desde los primeros años del niño, sosteniendo que no comprenderán la real dimensión del significado pero se acostumbrarán al vocablo y sobre todo al tono del mismo. Otra consideración importante, es acerca del origen del niño. En uno u otro momento, éste se preguntará asimismo y a los padres acerca de cómo nació. Es en ese momento que los padres adoptivos ya deben estar preparados para explicarle al niño cómo se nace y que además hay otra forma de llegar a una familia –por vía de la adopción-. De igual forma es importante hacerle notar al niño que este nació como todos los demás niños, pero en el vientre de otra mujer ya que no se pudo hacer en el vientre de la madre adoptiva. Le gustará saber los antecedentes de sus padres biológicos, su propia fecha de nacimiento, etc.
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Además, se puede presentar el escenario en que una pareja ya tiene hijos naturales y por alguna razón ya no pude tener más hijos o simplemente quiere adoptar un determinado niño. En ese caso, el trabajo de los padres se hace más fino aun y la precisión para concatenar a la familia, debe ser quirúrgica. Se debe pasar por todas las etapas y recomendaciones, poniendo especial énfasis en el tratamiento con los hijos naturales acerca de la nueva filiación que la familia acogerá. Hacerle entender a los hijos naturales que si van a avocar al nuevo niño es por su condición de niño pequeño y no por alguna preferencia personal. Es bueno que los hermanos también participen en las tareas de crianza y se involucren con su nuevo hermano. Finalmente, también se puede dar el caso de una persona sola que desee la adopción de un niño. En ese caso, los requisitos legales, serán aún más exigentes que los solicitados a una pareja común, máxime si el solicitante es de sexo masculino. Hay más probabilidades para una mujer soltera, aunque siempre se prefieren las uniones sólidamente constituidas. En cualquier caso, siempre es prioridad el bienestar del niño y no el gusto del o los solicitantes. Aunque cabría preguntarse qué tan exigentes fueron con Angelina Jolie o Madonna, por citar dos ejemplos.
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