“Vas a creer en la historia que tu madre dice”. Mi madre me cuenta que esa fue la frase exacta que le respondió mi padre cuando ella le hizo un comentario bastante singular a propósito de mi talla. Hacía poco más de un año que ambos fueron padres por primera vez y estaban ganando experiencia en cuanto a mis cuidados y alimentación. Algo que les preocupaba mucho, era que yo tuviera un desarrollo físico normal por lo que se interesaron en que talla podría llegara alcanzar. Fue allí que la sabiduría de la abuela entro en escena. Mi madre le consultó si sabía algo al respecto ya que ella había encontrado poca información y ni aún mi pediatra la tenía clara. Por cierto que tampoco existía Internet. El hecho es que mi abuela –su madre-, le dijo que eso era fácil. Había que esperar a que el niño cumpliera dos años para medirlo y luego multiplicar ese número por dos, nada más. Mi madre, feliz por la revelación, fue corriendo donde mi padre para compartir la noticia, pero éste no le dio crédito a su suegra, aduciendo que eso era una creencia.
Imagen tomada de Flickr por i-ren-ishii
El tiempo se encargó de colocar las cosas en su sito y quien escribe, duplicó exactamente la altura que tenía cuando cumplió los dos años de edad. La abuela había sido reivindicada luego de casi dos décadas. Mi padre ya ni se acordaba de aquella conversación pero toda la familia ya estaba convencida para las futuras estimaciones y la regla se confirmó con mis primos también. Sin embargo, he podido leer algunas otras teorías sobre el crecimiento del niño que sostienen algunas otras cosas.
Por ejemplo, el doctor Knight, comandó un grupo de científicos del Royal Devon & Exeter Hospital y concluyeron que los padres influyen en la altura del niño mientras que la madre se encarga de la influencia en el peso de este. En efecto, vieron que mientras más alto era el padre, más alto era el niño pero a su vez, la contextura no se vio reflejada en este, a diferencia de lo que aportaba la madre. Este estudio, también se llevó a cabo durante los dos primeros años de vida del bebé y agrupó alrededor de un millar de familias. Sin embargo, los científicos no descartaron los factores ambientales dentro del proceso de crecimiento.
Otra creencia de mi abuela respecto del crecimiento de los niños, era que, luego de atravesar un estado febril, estos lograban dar un estirón en su altura de unos cuantos centímetros. Esta creencia es bastante difundida por lo que he llegado a averiguar con gente a favor y en contra por supuesto. Sin embargo, los científicos dicen que el mejor escenario para el crecimiento de un niño es por las noches, mientras duermen. Esta teoría tiene un sustento sólido pues nuestro organismo, libera la hormona del crecimiento durante el sueño profundo. El sueño tiene varias etapas, y los científicos dicen que una vez alcanzada la primera hora de sueño continuado, el organismo empieza la producción de hormona del crecimiento. Esta hormona, es liberada desde la glándula pituitaria y sus funciones básicas son las de ir aumentado el número de células por todo el organismo y reparar los tejidos conectivos y de las fibras musculares del cuerpo. Por esto, se recomienda que el niño tenga buen descanso por las noches y los adultos también. Es por esto que los bebés pasan gran cantidad de horas durmiendo. Quieren y necesitan crecer.
Imagen tomada de Flickr por Alex Vera
Otra puntualización que se hace respecto al crecimiento del niño, es que este se da a gran ritmo en los primeros dos años de vida y luego mantiene un buen ritmo más o menos hasta los ocho años de edad. A partir de se momento hay un crecimiento más sostenido con un par de etapas de estirones hasta alcanzar la tardía adolescencia. También se hacen densitometrías óseas para poder determinar la estatura que puede alcanzar un niño y se brindan algunas fórmulas de aplicación simple además de la de multiplicar por dos la altura que alcanza a los dos años de edad. Otra fórmula de uso corriente, consiste en sumar la edad del padre y de la madre en centímetros, sumarle la constante 13 y dividir el resultado entre la constante 2. Eso para el caso de los niños. Para el caso de las niñas, la fórmula es similar pero en lugar de sumar la constante 13, se le resta. Esta