La televisión siempre ha estado reñida con el aprendizaje. Los expertos dicen que la caja tonta resta imaginación a los niños, no les deja pensar y les da los contenidos mascados. El niño se sienta y absorbe. Pero todo depende del tipo de programación. Los concursos pueden convertirse en una manera divertida de aprender y de despertar el interés por grandes temas.
Las tardes son el horario estrella de los concursos, aunque algunos se emiten por la mañana y al mediodía. Cada cual con su formato, pero la mayoría se basan en cuestionarios de cultura general. Se formulan preguntas sobre ciencias naturales, historia moderna, arte, física o música.
Entre los concursos más clásicos de la televisión encontramos Saber y ganar, presentado por Jordi Hurtado. Lleva diez años en antena y parece que le quedan otros tantos. Las cuestiones se reparten en seis juegos: Cada sabio con su tema, La pregunta caliente, El duelo, La parte del todo, La calculadora humana y El reto. El espectador pasa un buen rato y lo mejor es que aprende.
Otro de los programas conocidos en su época fue Cifras y letras, un programa que jugaba con los números y la habilidad de los concursantes para hacer operaciones matemáticas y con las vocales y consonantes, para construir palabras.
Alta Tensión es uno de los concursos que ha irrumpido en los últimos años en las pantallas. Se trata de resolver paneles temáticos que incluyen respuestas correctas e incorrectas. El concursante tiene que dar con las buenas porque si no se “rompe la bombilla”.
Pasapalabra, 50×15 ¿quién quiere ser millonario?, El tiempo es oro… La lista es infinita y el saber, también.
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