Cuando un bebé llega a casa, muchos padres primerizos y algún que otro pariente desinformado piensan que durante los primeros meses del nuevo visitante además de alimentarle (no nos cansaremos nunca de recalcar la importancia de la alimentación del bebé), sonreírle y cambiarle los pañales poco más se puede hacer con él. Esto hace que algunos se priven de hablarle bajo el argumento de que no les puede entender, o no jueguen con el pequeño más allá de agitar un sonajero porque desconocen otras actividades lúdicas que llevar a cabo con el neonato.
Pues bien, nada más lejos de la realidad, en primer lugar no sólo puede hablársele, sino que es recomendable hacerlo. Un bebé de 0 a 4 meses es una personita con la que se puede jugar de muchas formas, y el juego es tan importante como la alimentación o la higiene para un desarrollo sano y favorable.
En esta fase evolutiva el medio más adecuado de interaccionar y jugar con el bebé será a través del despertar de los sentidos. La idea clave es enseñarle varios objetos y sensaciones, y esperar sus reacciones.
Se mostrará muy interesado en los juegos de imitación, de ahí que balbucear o hacer expresiones o ruidos exagerados pueden ser buenos estímulos para que los reproduzca de manera imitativa.
Otra propuesta es hablar durante las rutinas cotidianas, cantar, contar historias y leer cuentos. Comentarle lo que ocurre alrededor; por ejemplo: “mira, el perro está durmiendo”, aunque no pueda contestar, le irá ayudando a reconocer las palabras. Conversar con él hace que se establezcan las conexiones neuronales en el cerebro que facilitan la discriminación de los sonidos.
El bebé se tranquiliza con las voces que le resultan conocidas. Desde que estaba en el vientre de su madre está acostumbrado a oír la voz de ésta, sus latidos y al padre. Por eso, es bueno que siga escuchando esos sonidos y la música que oía cuando estaba en el útero materno.
El sentido auditivo está completamente desarrollado en los recién nacidos, por lo que podemos jugar con él a seguir el rastro de los sonidos. Colocándonos a uno de los lados del bebé, arrugamos una bolsa, sacudimos una lata con nueces o hacemos tintinear las llaves hasta que gire su cabeza hacia el lado del que proviene el sonido; luego podemos repetir el procedimiento por el otro lado. Esta actividad también le permitirá fortalecer los músculos y tener mayor control al mover la cabeza.
Hay que saber que el tacto es el primer sentido que los bebés comienzan a desplegar en el útero materno, de ahí que al nacer lo tengan completamente desarrollado. No obstante, algunas zonas corporales son más sensibles que otras, como por ejemplo: la palma de las manos, la planta de los pies, y el área que rodea la boca. Para potenciarlo podemos incorporar al juego la estimulación con artículos de distintas texturas. Se puede frotar suavemente diferentes regiones de la piel del pequeño, empleando objetos y telas con grosor y rugosidades variables: un pañuelo de seda, un guante de piel, un trozo de felpa, darle aire con un abanico, soplarle, una esponja suave y seca, etc. A través de las caricias no sólo se estimula el tacto, sino que se favorece que el bebé sea consciente de las diversas partes de su cuerpo, al tiempo que se consolida el vínculo afectivo entre los padres y el hijo.
En este primer trimestre de su vida el sentido del olfato ya le permite discriminar entre olores y mostrar sus preferencias ante el aroma de la leche materna. Podemos elegir alimentos de variados olores o ropa perfumada con distintas fragancias para ver cómo reacciona y entrenarle en diferenciar aromas y olores variados.
Para ayudarle en el movimiento y contribuir al desarrollo de sus habilidades psicomotrices (gateo y andar posterior), el equilibrio y la coordinación, podemos jugar a saltar con él suavemente sobre las rodillas, columpiarlo, balancearlo, estirar cada uno de sus dedos, y flexionar una y otra vez sus piernas y brazos.
Un juego que puede ser bueno en este sentido es el del movimiento del gusano. Cuando el bebé hace presión con los pies sobre una superficie sólida, está estirando las piernas para ejercitarlas, esto es lo que se llama el “reflejo de caminar”. Pues bien, se le puede ayudar a practicar este reflejo para que después pueda gatear. Colocamos al pequeño bocabajo y situamos un juguete de color llamativo a unos cuantos centímetros de distancia de su cabeza, llamándole la atención hacia el juguete. Nos sentamos detrás de él, haciendo presión con las piernas o las manos en los pies de él para que empuje contra la presión, lo cual hará que se impulse algo hacia adelante, hacia el juguete.
Otra opción es practicar ejercicios de atención donde se haga contacto visual con el bebé: exagerando expresiones faciales, cerrando y abriendo ampliamente los ojos y la boca, enfatizando en la vocalización y en la inflexión de la voz especialmente. Es mejor utilizar palabras sencillas, pero no diminutivos.
Como los ojos de los recién nacidos sólo pueden enfocar objetos que se encuentren a veinticinco o treinta centímetros alejados de su cara, y no pueden distinguir colores, hay que ir poco a poco introduciendo estímulos visuales y variando la distancia de presentación, de tal modo que se le pueden ir acercando y alejando los dibujos u objetos. Si son láminas es aconsejable utilizar los colores blanco, negro y rojo preferentemente, pues los contrastes son los que llaman más su atención.
Es importante recordar que en el recién nacido la atención es involuntaria, con lo cual no se le puede forzar a realizar juegos. Ni que decir tiene que ha de respetarse su sueño y sus momentos de alimentación por encima de cualquier actividad lúdica.
Foto: Avo y Ali
buenisimo ahora boy mas informado de que hacer cuando mi bebe este en mi casa a de mas es muy educativo porque soy padre primeriso y la verdad tengo un poquito de miedo pero con esto que aprendi hoy estoy muy motivado y en espera de mi bebe