Uno de los fallos más frecuentes del estudiante es retrasar la preparación de un examen hasta casi la víspera del mismo. Esto es una hazaña de la que pocos suelen salir airosos, pues el volumen de contenidos que han de insertar en su mente en unas horas resulta indigesto e imposible. Ante este apuro, algunos optan por resumir sus resúmenes y poco más que memorizar los títulos de los apartados. Resta decir que, independientemente de que el material a estudiar sea abundante, lo que es desproporcionado es intentar aprenderlo en tan poco tiempo. Este error obedece a otro más general que alude a la falta de planificación, ya que las horas de estudio han de distribuirse conforme avanza el temario.
No obstante, a veces no es sólo cuestión de gestionarse el tiempo, sino la cantidad de información obtenida de apuntes de clase y de lecturas de libros. Para ello, es indispensable aplicar una de las primeras técnicas de estudio más básicas, que no por elemental es conocida o aplicada por todos los alumnos. Hablamos del subrayado, una herramienta fundamental para simplificar contenidos, discriminar las ideas clave, favorecer su asimilación y facilitar su recuerdo. Mientras algunos estudiantes la ignoran, memorizando todas y cada una de las líneas del tema, perdiendo tiempo y malgastando papel en el examen al responder con ejemplos banales o ideas secundarias; otros en cambio creen que subrayar es adornar de colores aleatoriamente el libro para hacerlo más llamativo.
Antes que nada debemos tener claro en qué consiste esta técnica. Su objetivo principal es reducir los textos destacando las ideas esenciales. Gracias a subrayar, la memoria visual funciona mejor y se fijan los contenidos con más facilidad. Por eso, se recomienda el uso de colores fluorescentes. Con este método se gana mucho tiempo en los repasos, ya que no es necesario leer el texto completo, basta con repasar lo subrayado. Si lo hemos realizado correctamente, al texto no le faltará sentido.
Subrayar implica, además de saber exactamente qué palabras o frases tenemos que marcar, la utilización de una serie de estrategias gráficas que amplían el significado de lo que es poner rayas debajo de las palabras, pues sirve para destacar y resaltar las ideas más importantes. Puede parecer que ir subrayando un texto, hace que su lectura sea más lenta y, lógicamente, es cierto; pero a cambio vamos a obtener una mayor y mejor comprensión, a la vez que estamos casi sin darnos cuenta, estudiando de una forma mucho más activa. Antes de subrayar conviene hacer una lectura completa del texto, es decir, el subrayado se debe realizar siempre en la segunda lectura, que es más comprensiva y analítica que la primera. Al mismo tiempo, podemos hacer anotaciones al margen, que en muchas ocasiones nos aportarán gran cantidad de información de manera clara y reducida.
Hay que indicar que el subrayado debe de ser algo personal: se subraya en función de lo que se sabe y de los objetivos y pretensiones que tengamos. Dos alumnos ante un mismo tema probablemente van a realizar un subrayado bien distinto, ya que nunca tendrán los mismos conocimientos. Por eso, nunca debemos estudiar los textos subrayados por otras personas, ni tampoco debemos subrayar libros que vayan a ser utilizados posteriormente por otros.
A la hora de subrayar, debemos tener en cuenta que son necesarios una serie de requisitos previos:
- El dominio de la lectura mecánica.
- Saber distinguir lo esencial de lo accesorio, el fondo de la forma.
- Ser capaz de localizar la idea principal de cada párrafo.
- Ser capaz de separar las ideas principales de las ideas secundarias.
- Tener un buen nivel de comprensión lectora.
- Distinguir un párrafo de una oración.
Si empleamos esta herramienta de estudio, no tardaremos en obtener ventajas, tales como:
- El estudio se hace más activo, al unir la actividad mental y la corporal al acto de aprender.
- Nos ayuda a organizar y comprender lo que leemos, ya que mediante el subrayado, desmenuzamos lo escrito y observamos las partes de que consta el mensaje.
- Nos evita distracciones.
- Favorece la lectura comprensiva (aquella en la que nos vamos haciendo preguntas acerca del texto a ver si lo hemos entendido).
- Facilita el repaso, al permitirnos fijar la atención en lo seleccionado previamente como lo más importante.
- Es paso previo y fundamental para la realización de resúmenes y esquemas, que luego llevaremos a cabo más fácilmente.
Ahora bien, hay que recordar que el subrayado en cada párrafo debe ofrecer una secuencia sin interrupción y que tenga sentido por sí misma, es decir, que leyendo sólo las partes subrayadas, nos resulte una lectura fluida y con sentido. Si nos excedemos en marcar, añadiremos confusión al escrito, con lo que conseguiremos lo contrario a lo que pretendíamos. Cuando la cantidad de texto a subrayar ocupa más de dos o tres líneas, es mejor sustituir el subrayado por anotaciones al margen, las más sencillas consisten en rayas verticales que pueden ser una o dos según la importancia de la idea.
No existe una única forma de aplicar un subrayado eficaz. Veamos algunas opciones:
- En línea. Se efectúa trazando líneas bajo las palabras. Se pueden trazar dos líneas bajo las frases importantes, o usar un color distinto y una sola línea bajo las ideas secundarias.
- De estructura. Se trata de hacer anotaciones en los márgenes, rayas verticales tal vez en forma de llave, resaltando varias líneas o palabras que resumen una idea, asteriscos, flechas, guiones, etc. En realidad funciona como un pre-esquema, pero realizado en el mismo texto subrayado.
- De realce. Consiste en destacar las dudas, aclaraciones, puntos de interés, ideas clave, etc. Para hacerlo se suele utilizar el margen derecho o izquierdo empleando palabras, interrogaciones, dibujos, paréntesis o asteriscos.Foto: e
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