Todos los que hemos estudiado en un colegio religioso, recordamos el día que nos tocó recibir el primer sacramento de nuestras vidas, en realidad el tercero, pero muy personalmente lo considero el primero por todo el momento previo que se vive. En el bautizo, uno es tan pequeño que ni siquiera lo puede recordar y la primera confesión es tan rápida que carece de una ceremonia. En el caso de la primera comunión, la cosa sí que es distinta. Al menos en el caso de mi escuela, pasamos por más de un año de catequesis y mis padres lo mismo, ellos debía ir en las noches un día por semana para recibir estas charlas. Conforme se acercaba la ceremonia, la ansiedad crecía aunque se alivió bastante luego de la confesión. Todos teníamos miedo de no ser absueltos y pasar el ridículo de nuestras vidas, pero en el tiempo me doy cuenta que no era para tanto. Quedamos entonces de frente a la recta final para nuestra ceremonia de primera comunión. Recuerdo que la ceremonia duró casi toda la mañana y el recuerdo es imborrable como si hubiese sido ayer.
Imagen tomada de Flickr por quiquitoscake
Me imagino que así de imborrable debe de haber sido para mis padres, ya que una de estas ceremonias no es nada barata, aunque si se hace en el grupo del colegio los gastos se reparten mejor dependiendo del tipo de ceremonia que se desee. Lo que es ineludible, es la vestimenta, que en la actualidad oscila entre los 100 y los 300 euros más los zapatos que podemos encontrarlos por un promedio de 40 euros. Las estampitas para el niño nos pueden representar unos 100 euros en promedio. Un fotógrafo hoy en día lo podemos obviar porque el que menos tiene una buena cámara digital pero si queremos un camarógrafo profesional, éste no baja de 300 euros para cubrir nuestra ceremonia de manera personal y hacerle primer plano a nuestro hijo.
Quizá hay que añadir a los gastos los costos de peluquería más uno que otro extra que nos sumarían otros 70 euros aproximadamente. Al final, la cuenta de los padres viene saliendo 800 euros aproximadamente sólo en lo que es para el hijo. Habría que sumarle el colectivo del banquete que organiza la parroquia, más la animación y tranquilamente superamos los 1000 euros. Ahora, si queremos seguir celebrando en casa, la cuenta se duplicaría con facilidad.
Pero es un gasto que bien vale la pena ya que ver la felicidad del hijo no tiene precio. En lo personal, recuerdo mucho las celebraciones posteriores a la ceremonia en sí. Recuerdo mucho el banquete a manera de desayuno puesto que nos citaron a eso de las siete de la mañana de un sábado y para cuando éste empezó ya habían transcurrido más de tres horas y el hambre cundía. Afortunadamente la comida hasta sobró y luego pasamos al intercambio de estampas. Este fue el momento más emotivo para mí. Realmente en ese momento supe lo que era la palabra compartir y departir. Todos mis amigos, con sus padres y padrinos, nuestros maestros, reunidos en un inmenso jardín, todos conversando con todos e intercambiando estampas, tomándose fotos y uno que ansiaba intercambiar estampas con la chica que más le gustaba del salón. Aún conservo estos recordatorios. La escuela también nos hizo varios presentes, como Biblia y rosarios, aunque en estos tiempos, los niños aprovechan para pedirle un buen regalo sus padres. Un gran momento y, en verdad, eso sí que fue comunión para mí.
Imagen tomada de Flickr por Pedro Rivas Ugaz
Creo que en la actualidad, la ceremonia de la primera comunión se ha orientado un poco hacia el lado del negocio y de la celebración puesto que cuando la hice, recuerdo que los uniformes –en este caso túnicas- eran dados por la propia escuela a manera de préstamo. Todo era cuestión de probárselas y ver qué talla le sentaba mejor a cada quien. En la actualidad, algunos colegios más bien alquilan la indumentaria para la primera comunión o de lo contrario se consigue el alquiler por intermedio de la asociación de padres. Y recuerdo bien, que tanto niños como niñas, llevaron la misma túnica que año con año servía para la celebración de esta ceremonia. Veo que en la actualidad no se dan estas facilidades y el vestido de las niñas es un poco más pomposo, siendo motivo de un aumento de precio en el alquiler del mismo. Se debe mantener la esencia de esta ceremonia que es la comunión, palabra que significa compartir. No se debe tratar de establecer un negocio donde no debe haberlo. Basta con recordar el pasaje del evangelio en que Jesús echó a los comerciantes de los exteriores del templo. La figura se está volviendo muy similar.
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