Los animales son parte importante de nuestras vidas, ni qué decir del ecosistema que debería estar en equilibrio. Ni siquiera deberíamos estar hablando en la actualidad de especies que están en peligro de extinción, y todo por la intervención del hombre. Cierto es que hay teorías que apuntan a que esa intervención también es parte de la naturaleza y por tanto, los acontecimientos deben seguir discurriendo por esos cauces, porque finalmente el hombre también es un animal. Y es justamente esta similitud del hombre con el reino animal la que nos permite estar hablando hoy de la terapia de animales con humanos.
En efecto, desde hace ya algunos años atrás se vienen realizando con más éxito del esperado las terapias con animales en personas que sufren de ciertos síndromes o enfermedades, o simplemente personas con salud general buena pero que igualmente padecen stress o ansiedad como cualquier ser social. Estas terapias incluyen varios tipos de animales como perros, caballos, gatos, delfines. Incluso se planifican visitas a hospitales, sobre todo centros geriátricos y asilo en los que ancianos que no tienen familia, son reconfortados con estas visitas de animales que resultan muy beneficiosos para su salud tanto física como mental.
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El término utilizado para esta terapia con animales es la zooterapia y ya muchas instituciones sin fines de lucro vienen apoyando esta técnica. Sin embargo, las aplicaciones de la zooterapia trascienden el plano de la salud y Japón es un claro ejemplo de la vanguardia en este tema. En el imperio del sol naciente, ya varias empresas cuentan en sus oficinas con animales domésticos como perros o gatos, en muchos casos considerados como bienes de la empresa e incluidos dentro de sus presupuestos, con el fin de motivar y mantener lejos del stress a sus trabajadores.
Se ha visto que el rendimiento en estos centros de trabajo ha incrementado notablemente, el personal llega antes de su hora de ingreso por voluntad propia y muy pocos salen a comer fuera de la oficina, aprovechan al máximo el tiempo que pueden tener con sus particulares compañeros de trabajo. La técnica de la zooterapia tiene su campo de acción en el sistema nervioso central de nuestros cerebros. En esta área del cerebro está incluido el sistema límbico, encargado a su vez de regular el aspecto emocional del ser humano. Cuando se produce el contacto con los animales, liberamos endorfinas, conocidas como las hormonas del bienestar, las cuales nos producen una sensación de paz y confort en todo nuestro organismo.
Sin embargo, no sólo la ciencia nos presenta una explicación de cómo actúa la zooterapia. Otros entendidos en la materia, aseguran que los beneficios son producto del contacto del ser humano con su aspecto animal, al interrelacionarse con estas especies. Se sostiene que la persona entra en un estado alterado de consciencia en los que nos desconectamos del mundo actual y de su vertiginoso ritmo y pasamos aun contacto instintivo, a nivel espiritual con la naturaleza. Sentimientos como estar a la defensiva o el stress remiten y van apareciendo sensaciones de paz y de nobleza espiritual, los cuales a su vez trascienden al plano físico. Por otra parte, la ciencia suscribe esta teoría de manera indirecta, al haber establecido claramente que algunas enfermedades con patología definida, guardan una estrecha relación con desórdenes a nivel psíquico. En efecto, se ha demostrado que, ante la presencia de ciertos desórdenes mentales, tan simples como puede ser el grado de stress, el sistema inmunológico se ve disminuido en su respuesta a algunas enfermedades. Es en este punto donde entran a tallar los beneficios de la zooterapia, al estabilizar –a nivel mental- al individuo que está en terapia.
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Podemos nombrar tres grandes áreas dentro de la terapia con animales. La primera estaría dada por la terapia con equinos, la segunda por la terapia con delfines y la tercera por la terapia con mascotas. Quizá la equinoterapia fue la que primero saltó al ojo público al ver el beneficio que traía en la terapia con niños autistas y niños con sindrome de Down. Pero la historia de esta técnica no es tan reciente como se podría creer. El primer antecedente documentado lo encontramos luego de la Segunda Guerra Mundial cuando, merced a dos fuertes epidemias de polio que se dieron en Europa, se observó la mejora de estos casos en el contacto con los caballos. Por extensión se observó que, el contacto con los equinos resultaba de gran beneficio en otros pacientes con desórdenes de movimiento, los cuales, a su vez, estaban asociados con patologías neuromusculares y neurológicas. Empezaron a mostrarse mejorías en pacientes que habían sufrido derrame cerebral o que eran víctimas de esclerosis múltiple. Pronto se empezaron a hacer estudios con más animales y para fines de la década de los setenta, se descubrió la terapia con delfines. Los beneficios iban por el lado motivacional hacia personas deprimidas o ansiosas, se vio que mejoraban la atención y concentración de las mismas al interactuar con estos simpáticos y sociables cetáceos. Finalmente, la terapia con animales domésticos no requiere de profesionales en el área puesto que sus beneficios se dan por la relación directa amo-mascota y son tan antiguas como el origen de estas especies, sólo que ahora somos conscientes de ello.
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