El mundo actual se ha visto signado por la salida de la mujer al mercado laboral. Esta situación se ha dado por diferentes razones, la principal es que la mujer tuvo que salir a trabajar par ayudar en la economía doméstica y otra porque con la revolución femenina, las mujeres decidieron salir de casa para cumplir otras metas: profesionales y personales.
Hoy en día no todo en la vida de la mujer pasa por encontrar al hombre con quien se casará y quien la mantendrá, para que ella se dedique a full a sus hijos y a la casa.
Este modelo se ha ido por el piso de forma rápida y aberrante. La mujer actual ya no dedica su vida a su familia, sino que vive a la par de los demás miembros de la misma.
Es más, las mujeres modernas hasta postergan su maternidad para dedicarse por completo a su profesión o carrera. Como si una cosa fuera de la mano con la otra. En lo que a mi respecta no considero que tener hijos sea impedimento para poder lograr satisfacciones en los demás planos: profesión, trabajo, cuidado personal.
Si bien es verdad que la tarea se puede complicar un poco más, esto no significa que sea imposible.
Una mamá que debe trabajar fuera de casa no tiene porque ser lo que la sociedad denomina: una mamá de “medio tiempo”.
Veamos, que la madre deba permanecer fuera del hogar por unas horas no significa que se desligue de sus hijos o que deje de estar pendiente de ellos. Muy por el contrario.
Estando en el trabajo igualmente debe estar pendiente de las consultas con el médico, de las enfermedades, de los materiales que le pidió la maestra en el colegio, de la reunión de padres, del traje que debe llevar para el acto del colegio, de que debe comprarle una remera porque la otra le quedó corta, del regalo que debe llevarle a su amiguita que cumple años, etc., etc., etc., y la lista continúa. Todo esto sin descuidar su trabajo.
Es obvio que estando en casa el rol de mamá sigue y se incorpora el de ama de casa: hacer la comida, lavar la ropa, planchar, y todas las demás actividades propias que conlleva el mantener un hogar.
Mucho más difícil es cuando la mujer está sola con los hijos, por lo cual debe trabajar y criarlos. Si tiene la ayuda del padre, bienvenida. Sin embargo, es frecuente en la actualidad que los padres no estén presentes en la crianza de los pequeños y la mamá deba hacer frente a todo ella sola.
Bien, ahora veamos, cuando se pasan demasiadas horas fuera del hogar, es importante que el tiempo que se dedica a los hijos sea exclusivo para ellos. No es oportuno que estemos cocinando y a la vez queramos jugar con nuestro hijo.
Lo importante en este tipo de situaciones, cuando estamos todos en casa: primero es “desenchufarnos”, los problemas del trabajo quedan en el trabajo.
“Calidad” es la palabra clave cuando hablamos de nuestros hijos y del tiempo que le dedicamos a su crianza y a su vida. Muchos psicólogos y especialistas afirman que la calidad del momento que pasan los hijos con los padres radica en lo afectivo, en lo emocional: besos, mimos, abrazos, caricias, más contacto piel con piel. Según los mismos, este tipo de contacto le aporta el color vital de la famosa sociabilización inicial de la familia.
Dedicar tiempo exclusivamente a nuestros hijos así como debemos hacerlo en los diferentes aspectos del trabajo, es de suma importancia para la relación entre padres e hijos.
Sentarse a charlar con ellos, apagar el televisor o la computadora para lograr entablar una conversación, interesarnos por sus cosas, salir a pasear o dar una vuelta, leer libros o simplemente tirarse en el suelo a jugar un rato, en fin: dedicar tiempo exclusivo para ellos y para nosotros, para nuestra relación.
También es importante, una vez que los chicos son un poco más grandes y comienzan a comprender y a razonar, explicarles la importancia del trabajo en la vida. Ellos deben entender que la mamá debe salir a trabajar y haciendo hincapié en que el tiempo laboral no aleja a mamá de los hijos sino que trabajar es una necesidad, ya sea económica o personal.
La mamá que trabaja sabe a ciencia cierta sobre las inquietudes y necesidades de sus hijos. Es por esta razón que se organiza en base a ellos y realmente administra los tiempos de una manera increíble: levantarse, vestirlos, limpiarlos, darles el desayuno, llevarlos a la escuela, ir a trabajar (con todo lo que esto implica), salir del trabajo, buscarlos en la escuela, etc.
Luego de toda esta excelente administración del tiempo hay que darse y darles el tiempo para compartir en familia, para fomentar el buen desarrollo emocional de los pequeños.
Lo que muchos se preguntan es si esto se puede poner en práctica. La respuesta es muy sencilla: si. Lleva tiempo, trabajo, dedicación y mucho amor. Si bien es conocido que “en cada familia un mundo”, en cada familia se puede lograr un tiempo compartido. ¿Cuándo? ¿Dónde? En la mañana, al desayunar, en los saludos y abrazos, y en la noche, antes de acostarse. Son dos buenos ejemplos de tiempo compartidos con calidad. Con suerte en las comidas (almuerzo –cena) o en las meriendas. Durante el fin de semana es lo ideal para reforzar esos lazos afectivos. Cada persona conoce y maneja sus horarios para lograr ese precioso tiempo compartido con su familia (El deseo moviliza y nos hace actuar en pos de ese bien deseado).
¿Se puede medir un tiempo de calidad? No se puede pero como un dato valioso: durante el día, de una manera simple y directa, nunca menos de dos horas entre papá y mamá. Esto no es nada más que un comentario más que siempre debe estar apoyado con mucha paciencia. Pues en ese tiempo de calidad son para nuestros hijos (apagar el celular, la computadora, bajar el volumen de la tele, radio, el teléfono, en fin poner todos nuestros sentidos para ellos). Al principio se si