Jugar no es cosa de niños, y cuando éstos son tus hijos mucho menos, ya que es una actividad que puede ser realizada por todos los miembros de la familia, como una forma estupenda de estrechar el vínculo entre todos.
Jugar en familia no sólo es el escenario perfecto para permitir que padres y hermanos expresen sus emociones y mejoren su comunicación, también es la plataforma educativa ideal para transmitir los valores y patrones de conducta que los progenitores consideran adecuados para sus hijos. Los adultos encontrarán en el juego el mejor aliado para estos fines, porque la espontaneidad, la desdramatización y las risas que conlleva favorecen la receptividad y el aprendizaje de los más pequeños.
En otras ocasiones, os hemos comentado como la educación es un derecho infantil y una responsabilidad que ha de estar dividida entre los centros educativos y las familias. Pues bien, en los hogares esta intervención no ha de ir dirigida únicamente a revisar si hacen los deberes, es necesario que haya momentos de ocio y juego donde cualquier tarea lúdica sea una excusa perfecta para adquirir conocimientos, reflexionar y adentrarse en el mundo de la cultura.
Si en las consultas de los médicos y los psicólogos ya se está incorporando el dibujo y las canciones para evaluar y relajar a los niños durante la exploración, ¿por qué no hacer más de lo mismo para enseñar reglas de convivencia y destrezas desde casa?
No hay pretexto para los padres con eso de “cuando llego a casa estoy tan cansado que no puedo ponerme a jugar con ellos”. En general todos hacemos hueco para el ocio pasivo de la caja tonta tirados en el sillón, luego perfectamente podemos dedicar unos minutos a distraernos y participar de alguna actividad que no nos va a llevar un esfuerzo desorbitado, y sin embargo es gratificante, recompensa y nos une a ellos. Además, no hay que ver el juego como algo estresante a lo que dedicar horas, unos minutos de entretenimiento colectivo con adivinanzas o canciones bastan para jugar y relajarse incluso, porque se desvía la atención de los problemas cotidianos y laborales.
Si a algunos de vosotros ya os hemos convencido, tal vez estéis pensando “sí, muy bien el juego es algo altamente recomendable, pero ¿a qué podemos jugar sin gastarnos un dineral o llenar de más y más trastos las habitaciones, y que además podamos hacerlo en prácticamente cualquier lugar?“. La respuesta requiere de creatividad y motivación, pero si andáis escasos de ideas a continuación os detallamos algunas propuestas que os pueden animar a crear y desarrollar juegos con vuestros hijos:
- Adivinar colores (para niños de 2 a 5 años). Puede jugarse en cualquier momento de espera (médico, autobús, cola del cine). Podemos dar varias instrucciones al respecto: buscar objetos de un mismo color que tengamos alrededor, recordar cosas que tengamos en casa o en el colegio de ese mismo tono, mirar rápidamente la sala y con los ojos cerrados recordar de qué color era un artículo determinado, nombrar cosas de la naturaleza que sean de ese color, etc.
- Observar y contar (5-10 años). Para potenciar el uso de los números y la concentración podemos seguir las siguientes consignas: buscar y contar todos los coches que pasan que llevan el número 3 o 5 en sus matrículas, contar todos los niños que veamos por la calle, sumar los números de los autobuses que pasan y ver qué cantidad obtenemos de resultado, sumar las personas mayores que pasan en un minuto y restarle el número de niños después, etc.
- Creando círculos (5-10 años). Se dobla la hoja cuatro veces sobre si misma, de manera que queden 16 cuadrados marcados al desdoblarla. Hay que intentar que sea el niño el que lo haga. Después en cada uno de esos cuadrados dibujamos un círculo, al cual le daremos una utilidad, pues tenemos que transformarlos en objetos que sean redondos: una cara, una señal de tráfico, una naranja, una rueda de un coche, una rosquilla, una moneda, una bombilla, un globo, etc.
- ¿Se puede cambiar? (3-8 años). Con este juego se favorece el razonamiento lógico al tiempo que se pasa un rato entretenido. Escribimos una serie de frases que describan elementos o acciones cotidianas y cercanas para el niño. Con la mayor brevedad posible el pequeño tratará de responder si lo que el adulto propone es algo que él puede cambiar, o si por el contrario no puede hacer nada para modificarlo.
Según la edad así puede ser la complejidad de los ejemplos expuestos, algunos de ellos podrían ser: el sabor del zumo del recreo (lo puedes cambiar), el año de nacimiento (no lo puedes cambiar), el colegio al que vas (sí lo puedes cambiar), el color de los ojos (no), el tiempo (no), los amigos con los que juegas (sí), las plantas de tu jardín (sí), el número de horas que tiene un día (no), los libros que lees (sí), cómo se escribe una palabra (no), el ruido que hace la tormenta (no), el color que utilizas en un dibujo (sí), las cosas que hay en tu mesa (sí), a qué hora sale el sol (no), el día de tu cumpleaños (no), cómo te comportas (sí), la rapidez con que hablas (sí), el número de amigos que invitas a tu cumpleaños (sí), la forma de una manzana (no), etc.
También se le puede sugerir que sea él mismo quien enumere aspectos que se pueden cambiar y cosas que no. - Otros: crear canciones con dos o tres palabras al azar, jugar a adivinar las letras o los números que se inscriben con los dedos en la espalda, intentar conocer lo que uno dice tan sólo leyendo el movimiento de los labios (sin oír la voz), comparar ciudades, objetos, países o planetas para valorar cuál está más o menos lejos, etc.
Foto: Monshinita
1 Comentario en “Jugar en familia, una forma más de educar”
Totalmente de acuerdo. Para criarlos como niños activos, creativos y responsables es muy importante que los estimulemos. hay muchísimas actividades y juegos que podemos compartir con ellos tanto fuera como dentro de casa. para que os hagáis una idea os dejo un enlace, echad un vistazo a las ideas que propone la revista ConMisHijos en su web.