Cada año, cuando llega la época de empezare el nuevo curso escolar, surge el debate entre las asociaciones de madres y padres, el profesorado, la dirección de los centros y la comunidad educativa sobre si se debería implantar el uniforme. Hay defensores acérrimos de esta vestimenta, mientras otros piensan que es un retorno al pasado.
Lo cierto es que el uniforme es un vestuario cómodo y fácil. Hoy los niños, adolescentes y jóvenes están muy influidos por la moda por eso es habitual verles cada mañana abrir las puertas de su armario y dudar durante diez minutos qué ponerse. ¿Combina esta camiseta con este tejano? ¿No sería mejor ir con esta camisa y el pantalón negro? ¿Voy fashion? ¿Me hago el peinado con gomina? En cambio, con el uniforme, todas estas cuestiones matinales quedan eliminadas.
Otra razón por la que el uniforme es positivo es que ayuda a igualar a todos. Un uniforme no nos deja ver qué familia que tiene suficiente dinero para comprarle al chaval ropa de marca y tantas camisetas como para que no repita en 20 días y qué familia tiene problemas para llegar a fin de mes y por eso el hijo repite su vestuario cada dos días.
Tengo grabada la imagen de un colegio en el que se hizo el paso del uniforme a la llamada “ropa de calle” y de aquel niño de diez años que fue objeto de la mofa de todos sus compañeros. Venía de una familia modesta. Cuando se sustituyó el uniforme, él seguía llevando los pantalones de color marrón oscuro del antiguo atuendo con camisetas de propaganda y unos calcetines rojos con las zapatillas de deporte. No dejaron de reírse de él en todo el curso. A esto le añadimos el sufrimiento de la madre, por no poder comprarle un par de pantalones “de calle”, y del niño por sentirse tan ridiculizado.
Hay quien afirma que el uniforme anula la personalidad. Sin embargo, toda la gente que he conocido que durante su infancia y juventud vestía uniforme no ha tenido problemas en forjar su personalidad y empezarla a mostrar a través de la ropa cuando ha podido.
No hablamos de buscar un vestuario sobrio y aburrido. Sencillamente un chándal cómodo con el que puedan ir a gusto a la escuela.
Fotos 1 y 3: Ninjapoodles
Foto2: Sister72
6 Comentarios en “Con uniforme o sin uniforme, esa es la cuestión”
Yo estoy totalmente de acuerdo con el planteamiento del artículo, aunque si que remarcaría que a los chavales, principalmente cuanto más mayores son, menos les gusta el tema del uniforme. Pero evidentemente para los padres es una comodidad lo de tener solucionado cada mañana el vestuario del niño o la niña.
Toda la razón. A medida que pasan los años, es más complicado. A un niño de 6 años aunque le desagrade no tiene argumentos. El de 12, se rebela.
Creo que no es un doble gasto eso de que lleven uniforme, porque, a fin de cuentas, el niño/a llega a casa y se pone la ropa que hubiera usado durante el día… pero sin maltratarla tanto como lo habría hecho si fuese vestido así a clase y jugado con ella en el recreo (lo cual haría que los padres compren, por lo menos, tres veces más ropa, es decir, que gasten tres veces más).
Además, el tiempo que gastan los padres al vestir a los pequeños y el tiempo que gastan los más grandecitos intentando vestirse como ellos mismos y la moda quieren que se vistan, podrían utilizarlo haciendo cosas que - de seguro - les gustarán más y les serán más provechosas que elegir qué ropa ponerse.
Por otra parte, además de que cada uno personaliza su uniforme, los uniformes no son tan “uniformes” porque la tela de la que están hechos los diferencia, porque la insignia diferencia a los colegios, porque los zapatos son así o asá; es decir, siempre se van a encontrar cómo diferenciarse entre ellos y siempre va a haber algo que distinga las clases sociales a las que pertenecen sus padres (y que deberíamos enseñarles que no se nace en ellas, sino que cada uno hace lo que quiere hacer de sí en la vida).
Finalmente, me gustaría decir que, a pesar de que los uniformes “oculten” algunas características de quien lo lleva puesto, la escencia siempre llega a relucir, y más bien deberíamos enseñarle a nuestros pequeños (y a los no tan pequeños) a no dejarse llevar por las apariencias, sino a juzgar bien el contenido.
Yo creo que hay dos blogs que deberían revisar. Uno es http://conosinuniforme.blogspot.com/ y el otro es http://lacomunidad.elpais.com/conosinuniformes/posts
Creo que ambos podrían complementar las ideas que se exponen aquí.
En mi experiencia vendiendo uniformes he conocido a mucha gente, desde abuelitas llevando de la mano a pequeños de jeans desteñidos, hasta mamás recién salidas de la peluquería con niños vistiendo ropa impecable.
Ya con el uniforme y en el primer día de clases, las diferencias de clases entre ellos desaparecían y eran ellos mismos quienes comenzaban a agruparse o desligarse según lo que tuvieran dentro (alma, mente, corazón, como quieran llamarle). Lo cierto es que los uniformes nos obligan a dejar de lado esa manía que tenemos de mirarnos la facha antes de hablar con alguien y más bien nos fuerzan a buscar un poquito más dentro de los demás y de nosotros mismos.
Ojalá les haya servido en algo este comentario de alguien que ha visto mucho.
Uniformes Casa Helena
http://www.uniformescasahelena.com
Yo creo que la opinión de la dueña de Uniformes Casa Helena es muy válida: los uniformes nos obligan a mirar detrás de la ropa que llevamos puesta y juzgar a los demás por sus cualidades internas.
Además, coo alguien decía más arriba, nos ahorran tiempo a los chicos y grandes (porque los chicos no tienen que estar decidiendo qué ponerse en la mañana) y dinero a los grandes; eso sumado a los malos ratos que podemos pasar porque no podemos comprarles para el colegio la polera que ellos quieren o porque en la mañana no están listos a tiempo.
Salu2